domingo, 5 de septiembre de 2010

Transición de la edad adutla.

EL ADULTO

En la mayoría de las culturas se considera como adulto a toda aquella persona que tiene más de 18 años. Aunque después de los 60 años de edad se les llame Adultos Mayores, Senectos, Ancianos o Miembros de la Tercera Edad, y siguen siendo adultos, existen diferencias entre quienes son mayores de 18 y menores – promedios ambos – de 60. Como se sabe, la adultez no inicia ni termina exactamente en éstos límites cronológicos. Aportaciones de algunos estudiosos en el campo del Desarrollo Humano coinciden en afirmar que la edad adulta tiene sub etapas, como: 

  • Edad Adulta Temprana (entre los 20 y 40 años)
  • Edad Adulta Intermedia (de los 40 a los 65 años) y
  • Edad Adulta Tardía (después de los 65 años de edad)

En el presente no ha existido acuerdo entre todos los estudiosos del tema para definir al adulto y asignarles las edades correspondientes a sus diferentes etapas vitales.

Es, precisamente, que la edad adulta incluye otras características que le diferencian de las etapas anteriores y posteriores.

Bajo el tema que nos compete – Educación Continua – respetaremos que las características especiales del aprendizaje en el adulto dependen en gran medida de la psicología propia de esta edad evolutiva. 
El tema es demasiado amplio para atenerle aquí completamente pero se destacan las principales características a tomar en cuenta dentro del proceso educativo y especialmente en la Educación Continua y Permanente.

El adulto...
  • Pretende y desarrolla una vida autónoma en lo económico y en lo social.
  • Cuando tiene buena salud, está dispuesto a correr riesgos temporales de entrega corporal en situaciones de exigencia emocional
  • Puede y desea compartir una confianza mutua con quienes quieren regular los ciclos de trabajo, recreación y procreación, a fin de asegurar también a la descendencia todas las etapas de un desarrollo satisfactorio.
  • Posee un concepto de sí mismo como capaz de tomar decisiones y autodirigirse.
  • Juega un papel social, que conlleva responsabilidades desde el punto de vista económico y cívico.
  • Forma parte de la población económicamente activa y cumple una función productiva.
  • Actúa independientemente en sus múltiples manifestaciones de la vida.
  • Su inteligencia sustituye a la instintividad.
  • Además de su preocupación por el Saber, requiere del Saber hacer y el Saber ser.
  • Tiene la capacidad para entregarse a afiliaciones y asociaciones concretas así como para desarrollar la fuerza ética necesaria para cumplir con tales compromisos.
  • Sus experiencias sexuales y sociales, así como sus responsabilidades, lo separan sustancialmente del mundo del niño.
  • En los últimos años de ésta etapa, se considera como alguien que enseña, educa o instituye, así como buen aprendiz. Necesita sentirse útil y la madurez requiere la guía y el aliento de aquello que ha producido y que debe cuidar

A su vez, en su papel de educando
  • Se acerca al acto educativo con disposición para aprender, responsable y consciente de la elección del tema a atender
  • Puede pensar en términos abstractos, es capaz de emplear la lógica y los razonamientos deductivos, hipótesis y proposiciones para enfrentar situaciones problemáticas.
  • Se torna de un ser dependiente a uno que autodirige su aprendizaje.
  • Aprovecha su bagaje de experiencias como fuente de aprendizaje, tanto para sí mismo como para los que le rodean.
  • Suele mostrarse como analítico y controvertible de la sociedad, la ciencia y la tecnología.
  • Regularmente rechaza las actitudes paternalistas de los educadores.
  • Mantiene una actitud de participación dinámica pero asume posiciones desaprobatorias cuando se siente tratado como infante.
  • Rechaza la rigidez e inflexibilidad pedagógica con que es tratado por los profesores que frenen indirectamente el proceso de autorrealización, aspiración natural y propia de la juventud y de los adultos en general.
  • Es buscador de una calidad de vida humana con fuertes exigencias de que se le respete su posibilidad de crecer como persona y se le acepte como crítico, racional y creativo.
  • Parte de su propia motivación para aprender y se orienta hacia el desarrollo de tareas específicas.
  • Busca la aplicación y práctica inmediata de aquello que aprende.
  • Se centra en la resolución de problemas más que en la ampliación de conocimientos teóricos.
En varios de los temas tratados se ha hecho referencia a la maduración del organismo y a sus efectos.  También se ha dicho que el individuo tienen diferentes estados a lo largo de su vida y que no en todos los momentos tiene la capacidad mental o emocional de afrontar una determinada situación.  También se hace evidente que existe una época para cada una de las grandes etapas del individuo, marcadas por su fisiología y por sus capacidades mentales y físicas.  Una de las ramas de la psicología es la psicología evolutiva, que pretende entender los cambios que se dan en el sujeto a lo largo de su vida y del paso por los diferentes estadios. 
Demos una breve mirada a los hitos más sobresalientes de la evolución del individuo.
La psicología evolutiva se interesa por los cambios que sufren las personas a lo largo de su vida, de forma genérica, es decir, no los cambios particulares sino los que se deben a las características de la especie.   Se observa cómo cambian continuamente las acciones del individuo y cómo reacciona en un ambiente que está en permanente evolución también.
La psicología evolutiva estudia el desarrollo físico, que incluye cambios corporales como la estatura, el peso, el desarrollo del cerebro y de otros órganos del cuerpo, la adquisición y el perfeccionamiento de habilidades motoras.    También se estudia el desarrollo cognitivo que se basa en cambios en los procesos de pensamientos, las habilidades lingüísticas, las funciones cerebrales, etc.  También estudia cambios en el desarrollo psicosocial del individuo, que incluye aspectos emocionales y sociales de la personalidad, la forma y la intensidad de las relaciones,  los ámbitos en que se desenvuelve, etc. 
En todos estos ámbitos se dan cambios en cantidad y en calidad de las capacidades y las funciones del individuo.  Los cambios cuantitativos son en general más fáciles de observar y de medir, mientras que los cualitativos son mucho mas complejos.  Tanto los unos como los otros son de interés  para la psicología evolutiva en la medida en que determinar la coherencia entre la edad y las capacidades de la persona puede facilitar los seguimientos y los apoyos que pueda requerir en un momento dado. 
El ámbito de interés de la psicología evolutiva es, entonces, toda la evolución del individuo, desde antes del nacimiento cuando está en desarrollo en el seno materno hasta la muerte, habiendo pasado potencialmente por infancia, niñez, adolescencia, edad adulta y vejez.  Estudia cómo las características físicas, cognitivas y psicológicas del individuo cambian a lo largo de la vida.  Para la psicología evolutiva el desarrollo  es un proceso continuo de crecimiento y cambio, incluso en avanzada edad. 
Por lo general lo que ocurre antes del parto es importante para lo que ha de ocurrir después, porque muchas de las potencialidades se construyen cuando el cuerpo está en formación en el interior de la madre, y luego por maduración se puede dar el desarrollo o uso de la función. 
Con el nacimiento se da un corte abrupto en la forma de vida del ser.  Se pasa desde un medio cómodo y seguro a un medio hostil en el cual se tienen que hacer por sí mismo todas las funciones de superviviencia que antes eran hechas por la madre:  comer, respirar, defecar, etc. 
La infancia no siempre ha sido considerada como revestida de características especiales y diferentes a las de los adolescentes y los adultos.  Durante muchos años, los niños fueron considerados como adultos en miniatura.  Ahora, por fortuna, esta visión está cambiando. 
La psicología evolutiva se sirve de variadas técnicas para estudiar y registrar el desarrollo.  De estas sobresalen la transversal , en la que se comparan a individuos de distintas edades en un momento dado para determinar las diferencias  de comportamiento y habilidades según la edad.  La técnica complementaria es la longitudinal, que investiga el desarrollo de uno o varios individuos a lo largo diversos períodos de la vida, para registrar los cambios con la edad. 
En los primeros años de vida, la maduración, a la que nos hemos referido en múltiples ocasiones, tiene una influencia bastante predominante.  Esto es de importancia para saber qué se puede esperar de un niño de determinada edad, porque las capacidades y las habilidades tienen como prerrequisito que el cuerpo pueda llevar a cabo la función. 
Las emociones y las expresiones emocionales están presentes en los niños pequeños y durante toda la vida del sujeto juegan un papel muy importante y no siempre considerado en adecuada proporción.  Sin embargo es obvio que existen diferencias individuales de temperamento que están presentes desde el nacimiento y que acompañan al individuo a lo largo de toda su vida (con cambios determinados por circunstancias individuales).  Este es un factor importante de considerar al relacionarse con los demás, ya que el temperamento de una persona influye la forma como los demás reaccionan frente a ella. 

Características de la personalidad inmadura.

1.- 
Desfase entre la edad cronológica y la edad mental.
Esta es una de las manifestaciones que más llama la atención, en una primera aproximación. El paso de los años debe, precisamente, irnos posesionando en la realidad temporal.

2.- 
Desconocimiento de uno mismo:
Este fallo psicológico implica no saber cuáles son nuestras aptitudes y limitaciones, lo que nos lleva a embarcarnos en empresas imposibles, y a no arriesgarnos cuando las circunstancias muestren cierta posibilidad.

3.- 
Inestabilidad emocional:
Se expresa mediante cambios en el estado de ánimo, pasando de la euforia a la melancolía de un día para otro e incluso en el mismo día. La persona inmadura es variable, irregular, sus sentimientos se mueven y bambolean de forma pendular, lo que hace que uno nunca pueda saber cómo va a reaccionar.

4.- 
Poca o nula responsabilidad:
El término responsabilidad procede del latín responderé, que significa “contestar, prometer, satisfacer”. Una persona es responsable cuando se esfuerza por cumplir las obligaciones contraídas.

5.- 
Mala o nula percepción de la realidad:
La captación incorrecta de uno mismo y del entorno nos lleva a desarrollar una conducta desadaptada, tanto intrapersonal (falta de armonía con uno mismo) como interpersonal (inadecuado contacto con los demás y errónea valoración de las distancias, lo que deriva en aspectos negativos como la dependencia excesiva o patológica, la decepción al confiar en personas con los que solo tenemos un trato escaso y superficial) en una palabra estar en la realidad quiere decir tener la capacidad para ver las cosas como realmente son, tanto en el terreno personal, como familiar, profesional, social o cultural.

6.- 
Ausencia de un proyecto de vida:
La vida no se improvisa, necesita cierta organización y debe estar basada en tres argumentos: amor, trabajo y cultura. La persona inmadura no ha calado en profundidad en ninguno de ellos: su vida sentimental no está bien estructurada y en consecuencia, flota sin asidero, profesionalmente no se ha puesto retos ni metas realistas y exigentes, en cuanto a la cultura ésta se alimenta a base de TV, música y lugares comunes, a su vida, le falta contenido y si se le ocurre consumir drogas, ¡adiós vida!

7.- 
Falta de madurez afectiva:
La madurez afectiva implica fundamentalmente tres cosas:
• Saber que todo compromiso afectivo tiene un Haber y un Debe, es decir, cosas positivas y negativas.
• Lograr un mejor autocontrol: a diferencia del animal, que se ve arrastrado, el hombre prefiere, elige, sabe decir SI y NO.
• Alcanzar un buen nivel de autoestima: Una de las características más claras de la inmadurez es la inseguridad, que consiste tanto en una valoración negativa e inadecuada de uno mismo como en la falta de confianza. En consecuencia, el inmaduro no cree en si mismo, unas veces de forma justificada y otras a causa de su deformada percepción de las cosas, no se ve capaz de dirigir sus propios sentimientos de forma correcta, motivarse o conseguir amistades estables, aceptando en cada una de ellas sus rasgos positivos y negativos..

8.- 
Falta de madurez de la inteligncia:
La inteligencia es junto con la afectividad, las herramientas psicológicas más importantes de nuestro patrimonio psicológico. Hay una inteligencia natural y una inteligencia cultivada que se alcanza mediante esfuerzos repetidos. Una y otra deben armonizarse bien y gestionar una conducta inteligente: aquella que sabe centrar un tema, razonar y emitir juicios adecuados, dar solución a los problemas que se presentan, encaminarse hacia una realización personal digna y coherente. Hay que desarrollar una inteligencia para la vida...

9.- 
Escasa o nula educación de la voluntad:
La voluntad es capacidad para llevar algo a cabo, sabiendo aplazar la recompensa. Su carencia tiene efectos devastadores, pues convierte a la persona en alguien débil, blando, voluble, caprichoso, incapaz de ponerse objetivos correctos y cumplirlos. Es la imagen del niño mimado que tanta pena produce la necesidad de una pronta recompensa le impide renunciar a las demandas del entorno... una persona inmadura, abandona las cosas cuando estas se vuelven mínimamente difíciles. Tienen baja tolerancia a las frustraciones y tendencia a refugiarse en un mundo fantástico que lo aleja de la realidad (drogarse).

10.-
 Criterios morales y éticos inestables.
La moral es el arte de vivir con dignidad como seres humanos. La concepción de la persona inmadura en relación a lo que es bueno o malo está cogida con alfileres.

Conclusión:
Las últimas investigaciones científicas sobre la madurez son muy interesantes, destacando las siguientes características:
a) Capacidad para amar.
b) Capacidad para trabajar.
c) Adquisición de cultura.

Podemos decir que la madurez personal es una aspiración., una meta, un objetivo a medio – largo plazo. La madurez supone un cierto estado de plenitud que se va alcanzando mediante un proceso de crecimiento gradual y paulatino.
La madurez, por tanto es una síntesis positiva que aglutina sentimientos, razones, vida profesional, cultura y capacidad para mantener relaciones interpersonales sanas y coherentes.

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