domingo, 5 de septiembre de 2010

Edad adulta, Temprana









  TEORIAS DE ERICKSON





Estadio I
El primer estadio, el de infancia o etapa sensorio-oral comprende el primer año o primero y medio de vida. La tarea consiste en desarrollar la confianza sin eliminar completamente la capacidad para desconfiar.
Si papá y mamá proveen al recién nacido de un grado de familiaridad, consistencia y continuidad, el niño desarrollará un sentimiento de que el mundo, especialmente el mundo social, es un lugar seguro para estar; que las personas son de fiar y amorosas. También, a través de las respuestas paternas, el niño aprende a confiar en su propio cuerpo y las necesidades biológicas que van con él.
Si los padres son desconfiados e inadecuados en su proceder; si rechazan al infante o le hacen daño; si otros intereses provocan que ambos padres se alejen de las necesidades de satisfacer las propias, el niño desarrollará desconfianza. Será una persona aprensiva y suspicaz con respecto a los demás.
De todas maneras, es muy importante que sepamos que esto no quiere decir que los padres tengan que ser los mejores del mundo. De hecho, aquellos padres que son sobreprotectores; que están ahí tan pronto el niño llora, le llevarán a desarrollar una tendencia maladaptativa que Erikson llama desajuste sensorial, siendo excesivamente confiado, incluso crédulo. Esta persona no cree que alguien pudiera hacerle daño y usará todas las defensas disponibles para retener esta perspectiva exagerada.
Aunque, de hecho, es peor aquella tendencia que se inclina sobre el otro lado: el de la desconfianza. Estos niños desarrollarán la tendencia maligna de desvanecimiento (mantenemos aquí la traducción literal de “withdrawal”, como caída o desvanecimiento. Para mayor información sobre los términos técnicos aplicados a la teoría de Erikson, refiérase a la bibliografía al final del resumen. N.T.). Esta persona se torna depresiva, paranoide e incluso puede desarrollar una psicosis.
Si se logra un equilibrio, el niño desarrollará la virtud de esperanza, una fuerte creencia en la que se considera que siempre habrá una solución al final del camino, a pesar de que las cosas vayan mal. Uno de los signos que nos indican si el niño va bien en este primer estadio es si puede ser capaz de esperar sin demasiado jaleo a demorar la respuesta de satisfacción ante una necesidad: mamá y papá no tienen por qué ser perfectos; confío lo suficiente en ellos como para saber esta realidad; si ellos no pueden estar aquí inmediatamente, lo estarán muy pronto; las cosas pueden ser muy difíciles, pero ellos harán lo posible por arreglarlas. Esta es la misma habilidad que utilizaremos ante situaciones de desilusión como en el amor, en la profesión y muchos otros dominios de la vida.
Estadio II
El segundo estadio corresponde al llamado estadio anal-muscular de la niñez temprana, desde alrededor de los 18 meses hasta los 3-4 años de edad. La tarea primordial es la de alcanzar un cierto grado de autonomía, aún conservando un toque de vergüenza y duda.
Si papá y mamá (y otros cuidadores que entran en escena en esta época) permiten que el niño explore y manipule su medio, desarrollará un sentido de autonomía o independencia. Los padres no deben desalentarle ni tampoco empujarle demasiado. Se requiere, en este sentido, un equilibrio. La mayoría de la gente le aconsejan a los padres que sean “firmes pero tolerantes” en esta etapa, y desde luego el consejo es bueno. De esta manera, el niño desarrollará tanto un autocontrol como una autoestima importantes.
Por otra parte, en vez de esta actitud descrita, es bastante fácil que el niño desarrolle un sentido de vergüenza y duda. Si los padres acuden de inmediato a sustituir las acciones dirigidas a explorar y a ser independiente, el niño pronto se dará por vencido, asumiendo que no puede hacer las cosas por sí mismo. Debemos tener presente que el burlarnos de los esfuerzos del niño puede llevarle a sentirse muy avergonzado, y dudar de sus habilidades.
También hay otras formas de hacer que el niño se sienta avergonzado y dudoso. Si le damos al niño una libertad sin restricciones con una ausencia de límites, o si le ayudamos a hacer lo que él podría hacer solo, también le estamos diciendo que no es lo suficientemente bueno. Si no somos lo suficientemente pacientes para esperar a que el niño se ate los cordones de sus zapatos, nunca aprenderá a atárselos, asumiendo que esto es demasiado difícil para aprenderlo.
No obstante, un poco de vergüenza y duda no solo es inevitable, sino que incluso es bueno. Sin ello, se desarrollará lo que Erikson llama impulsividad, una suerte de premeditación sin vergüenza que más tarde, en la niñez tardía o incluso en la adultez, se manifestará como el lanzarse de cabeza a situaciones sin considerar los límites y los atropellos que esto puede causar.
Peor aún es demasiada vergüenza y duda, lo que llevará al niño a desarrollar la malignidad que Erikson llama compulsividad. La persona compulsiva siente que todo su ser está envuelto en las tareas que lleva a cabo y por tanto todo debe hacerse correctamente. El seguir las reglas de una forma precisa, evita que uno se equivoque, y se debe evitar cualquier error a cualquier precio. Muchos de ustedes reconocen lo que es sentirse avergonzado y dudar continuamente de uno mismo. Un poco más de paciencia y tolerancia hacia sus hijos podría ayudarles a evitar el camino recorrido que ustedes han seguido. Y quizás también deberían darse un respiro ustedes mismos.
Si logramos un equilibrio apropiado y positivo entre la autonomía y la vergüenza y la culpa, desarrollaremos la virtud de una voluntad poderosa o determinación. Una de las cosas más admirables (y frustrantes) de un niño de dos o tres años es su determinación. Su mote es “puedo hacerlo”. Si preservamos ese “puedo hacerlo” (con una apropiada modestia, para equilibrar) seremos mucho mejores como adultos.
Estadio III
Este es el estadio genital-locomotor o la edad del juego. Desde los 3-4 hasta los 5-6 años, la tarea fundamental es la de aprender la iniciativa sin una culpa exagerada.
La iniciativa sugiere una respuesta positiva ante los retos del mundo, asumiendo responsabilidades, aprendiendo nuevas habilidades y sintiéndose útil. Los padres pueden animar a sus hijos a que lleven a cabo sus ideas por sí mismos. Debemos alentar la fantasía, la curiosidad y la imaginación. Esta es la época del juego, no para una educación formal. Ahora el niño puede imaginarse, como nunca antes, una situación futura, una que no es la realidad actual. La iniciativa es el intento de hacer real lo irreal.
Pero si el niño puede imaginar un futuro, si puede jugar, también será responsable…y culpable. Si mi hijo de dos años tira mi reloj en el váter, puedo asumir sin temor a equivocarme que no hubo mala intención en el acto. Era solo una cosa dando vueltas y vueltas hasta desaparecer. ¡Qué divertido!. ¡Pero si mi hija de cinco años lo hace…bueno, deberíamos saber qué va a pasar con el reloj, qué ocurrirá con el temperamento de papá y que le ocurrirá a ella!. Podría sentirse culpable del acto y comenzaría a sentirse culpable también. Ha llegado la capacidad para establecer juicios morales.
Erikson es, por supuesto, un freudiano y por tanto incluye la experiencia edípica en este estadio. Desde su punto de vista, la crisis edípica comprende la renuencia que siente el niño a abandonar su cercanía al sexo opuesto. Un padre tiene la responsabilidad, socialmente hablando, de animar al niño a que “crezca”; “¡que ya no eres un niño!”. Pero si este proceso se establece de manera muy dura y extrema, el niño aprende a sentirse culpable con respecto a sus sentimientos.
Demasiado iniciativa y muy poca culpa significa una tendencia maladaptativa que Erikson llama crueldad. La persona cruel toma la iniciativa. Tiene sus planes, ya sea en materia de escuela, romance o política, o incluso profesión. El único problema es que no toma en cuenta a quién tiene que pisar para lograr su objetivo. Todo es el logro y los sentimientos de culpa son para los débiles. La forma extrema de la crueldad es la sociopatía.
La crueldad es mala para los demás, pero relativamente fácil para la persona cruel. Peor para el sujeto es la malignidad de culpa exagerada, lo cual Erikson llama inhibición. La persona inhibida no probará cosa alguna, ya que “si no hay aventura, nada se pierde” y particularmente, nada de lo que sentirse culpable. Desde el punto de vista sexual, edípico, la persona culposa puede ser impotente o frígida.
Un buen equilibrio llevará al sujeto a la virtud psicosocial de propósito. El sentido del propósito es algo que muchas personas anhelan a lo largo de su vida, aunque la mayoría de ellas no se dan cuenta que, de hecho, ya llevan a cabo sus propósitos a través de su imaginación y su iniciativa. Creo que una palabra más acertada para esta virtud hubiera sido coraje; la capacidad para la acción a pesar de conocer claramente nuestras limitaciones y los fallos anteriores.
Estadio IV
Esta etapa corresponde a la de latencia, o aquella comprendida entre los 6 y 12 años de edad del niño escolar. La tarea principal es desarrollar una capacidad de laboriosidad al tiempo que se evita un sentimiento excesivo de inferioridad. Los niños deben “domesticar su imaginación” y dedicarse a la educación y a aprender las habilidades necesarias para cumplir las exigencias de la sociedad.
Aquí entra en juego una esfera mucho más social: los padres, así como otros miembros de la familia y compañeros se unen a los profesores y otros miembros de la comunidad. Todos ellos contribuyen; los padres deben animar, los maestros deben cuidar; los compañeros deben aceptar. Los niños deben aprender que no solamente existe placer en concebir un plan, sino también en llevarlo a cabo. Deben aprender lo que es el sentimiento del éxito, ya sea en el patio o el aula; ya sea académicamente o socialmente.
Una buena forma de percibir las diferencias entre un niño en el tercer estadio y otro del cuarto es sentarse a ver cómo juegan. Los niños de cuatro años pueden querer jugar, pero solo tienen conocimientos vagos de las reglas e incluso las cambian varias veces a todo lo largo del juego escogido. No soportan que se termine el juego, como no sea tirándoles las piezas a su oponente. Un niño de siete años, sin embargo, está dedicado a las reglas, las consideran algo mucho más sagrado e incluso puede enfadarse si no se permite que el juego llegue a una conclusión estipulada.
Si el niño no logra mucho éxito, debido a maestros muy rígidos o a compañeros muy negadores, por ejemplo, desarrollará entonces un sentimiento de inferioridad o incompetencia. Una fuente adicional de inferioridad, en palabras de Erikson, la constituye el racismo, sexismo y cualquier otra forma de discriminación. Si un niño cree que el éxito se logra en virtud de quién es en vez de cuán fuerte puede trabajar, entonces ¿para qué intentarlo?.
Una actitud demasiado laboriosa puede llevar a la tendencia maladaptativa de virtuosidad dirigida. Esta conducta la vemos en niños a los que no se les permite “ser niños”; aquellos cuyos padres o profesores empujan en un área de competencia, sin permitir el desarrollo de intereses más amplios. Estos son los niños sin vida infantil: niños actores, niños atletas, niños músicos, niños prodigio en definitiva. Todos nosotros admiramos su laboriosidad, pero si nos acercamos más, todo ello se sustenta en una vida vacía.
Sin embargo, la malignidad más común es la llamada inercia. Esto incluye a todos aquellos de nosotros que poseemos un “complejo de inferioridad”. Alfred Adler habló de ello. Si a la primera no logramos el éxito, ¡no volvamos a intentarlo!. Por ejemplo, a muchos de nosotros no nos ha ido bien en matemáticas, entonces nos morimos antes de asistir a otra clase de matemáticas. Otros fueron humillados en el gimnasio, entonces nunca harán ningún deporte o ni siquiera jugarán al raquetball. Otros nunca desarrollaron habilidades sociales (la más importante de todas), entonces nunca saldran a la vida pública. Se vuelven  seres inertes.
Lo ideal sería desarrollar un equilibrio entre la laboriosidad y la inferioridad; esto es, ser principalmente laboriosos con un cierto toque de inferioridad que nos mantenga sensiblemente humildes. Entonces tendremos la virtud llamada competencia.
Estadio V
Esta etapa es la de la adolescencia, empezando en la pubertad y finalizando alrededor de los 18-20 años. (Actualmente está claro que debido sobre todo a una serie de factores psicosociales, la adolescencia se prolonga más allá de los 20 años, incluso hasta los 25 años. N.T.). La tarea primordial es lograr la identidad del Yo y evitar la confusión de roles. Esta fue la etapa que más interesó a Erikson y los patrones observados en los chicos de esta edad constituyeron las bases a partir de la cuales el autor desarrollaría todas las otras etapas.
La identidad yoica significa saber quiénes somos y cómo encajamos en el resto de la sociedad. Exige que tomemos todo lo que hemos aprendido acerca de la vida y de nosotros mismos y lo moldeemos en una autoimagen unificada, una que nuestra comunidad estime como significativa.
Hay cosas que hacen más fácil estas cuestiones. Primero, debemos poseer una corriente cultural adulta que sea válida para el adolescente, con buenos modelos de roles adultos y líneas abiertas de comunicación.
Además, la sociedad debe proveer también unos ritos de paso definidos; o lo que es lo mismo, ciertas tareas y rituales que ayuden a distinguir al adulto del niño. En las culturas tradicionales y primitivas, se le insta al adolescente a abandonar el poblado por un periodo de tiempo determinado con el objeto de sobrevivir por sí mismo, cazar algún animal simbólico o buscar una visión inspiradora. Tanto los chicos como las chicas deberán pasar por una serie de pruebas de resistencia, de ceremonias simbólicas o de eventos educativos. De una forma o de otra, la diferencia entre ese periodo de falta de poder, de irresponsabilidad de la infancia y ese otro de responsabilidad propio del adulto se establece de forma clara.
Sin estos límites, nos embarcamos en una confusión de roles, lo que significa que no sabremos cuál es nuestro lugar en la sociedad y en el mundo. Erikson dice que cuando un adolescente pasa por una confusión de roles, está sufriendo una crisis de identidad. De hecho, una pregunta muy común de los adolescentes en nuestra sociedad es “¿Quién soy?”.
Una de las sugerencias que Erikson plantea para la adolescencia en nuestra sociedad es la una moratoria psicosocial. Anima a los jóvenes a que se tomen un “tiempo libre”. Si tienes dinero, vete a Europa. Si no lo tienes, merodea los ambientes de Estados Unidos. Deja el trabajo por un tiempo y vete al colegio. Date un respiro, huele las rosas, búscate a ti mismo. Por norma, tendemos a conseguir el “éxito” demasiado deprisa, aunque muy pocos de nosotros nos hayamos detenido a pensar en lo que significa el éxito para nosotros. De la misma manera que los jóvenes Oglala Dakota, quizás también necesitemos soñar un poco.
Existe un problema cuando tenemos demasiado “identidad yoica”. Cuando una persona está tan comprometida con un rol particular de la sociedad o de una subcultura, no queda espacio suficiente para la tolerancia. Erikson llama a esta tendencia maladaptativa fanatismo. Un fanático cree que su forma es la única que existe. Por descontado está que los adolescentes son conocidos por su idealismo y por su tendencia a ver las cosas en blanco o negro. Éstos envuelven a otros alrededor de ellos, promocionando sus estilos de vida y creencias sin importarles el derecho de los demás a estar en desacuerdo.
La falta de identidad es bastante más problemática, y Erikson se refiere a esta tendencia maligna como repudio. Estas personas repudian su membresía en el mundo adulto e incluso repudian su necesidad de una identidad. Algunos adolescentes se permiten a sí mismos la “fusión” con un grupo, especialmente aquel que le pueda dar ciertos rasgos de identidad: sectas religiosas, organizaciones militaristas, grupos amenazadores; en definitiva, grupos que se han separado de las corrientes dolorosas de la sociedad. Pueden embarcarse en actividades destructivas como la ingesta de drogas, alcohol o incluso adentrarse seriamente en sus propias fantasías psicóticas. Después de todo, ser “malo” o ser “nadie” es mejor que no saber quién soy.
Si logramos negociar con éxito esta etapa, tendremos la virtud que Erikson llama fidelidad. La fidelidad implica lealtad, o la habilidad para vivir de acuerdo con los estándares de la sociedad a pesar de sus imperfecciones, faltas e inconsistencias. No estamos hablando de una lealtad ciega, así como tampoco de aceptar sus imperfecciones. Después de todo, si amamos nuestra comunidad, queremos que sea la mejor posible. Realmente, la fidelidad de la que hablamos se establece cuando hemos hallado un lugar para nosotros dentro de ésta, un lugar que nos permitirá contribuir a su estabilidad y desarrollo.
Estadio VI
Si hemos podido llegar esta fase, nos encontramos entonces en la etapa de la adultez jóven, la cual dura entre 18 años hasta los 30 aproximadamente. Los límites temporales con respecto a las edades en los adultos son mucho más tenues que en las etapas infantiles, siendo estos rangos muy distintos entre personas. La tarea principal es lograr un cierto grado de intimidad, actitud opuesta a mantenerse en aislamiento.
La intimidad supone la posibilidad de estar cerca de otros, como amantes, amigos; como un partícipe de la sociedad. Ya que posees un sentimiento de saber quién eres, no tienes miedo a “perderte” a ti mismo, como presentan muchos adolescentes. El “miedo al compromiso” que algunas personas parecen presentar es un buen ejemplo de inmadurez en este estadio. Sin embargo, este miedo no siempre es tan obvio. Muchas personas enlentecen o postergan el proceso progresivo de sus relaciones interpersonales. “Me casaré (o tendré una familia, o me embarcaré en algún tema social) tan pronto acabe la universidad; tan pronto tenga un trabajo; cuando tenga una casa; tan pronto…Si has estado comprometido durante los últimos 10 años, ¿qué te hace echarte atrás?.
El joven adulto ya no tiene que probarse a sí mismo. Una relación de pareja adolescente sí busca un establecimiento de identidad a través de la relación. “¿Quién soy?. Soy su novio”. La relación de adultos jóvenes debe ser una cuestión de dos egos independientes que quieren crear algo más extenso que ellos mismos. Intuitivamente reconocemos esto cuando observamos la relación de pareja de dos sujetos donde uno de ellos es un adolescente y el otro un adulto joven. Nos percatamos del potencial de dominio que tiene el último sobre el primero.
A esta dificultad se añade que nuestra sociedad tampoco ha hecho mucho por los adultos jóvenes. El énfasis sobre la formación profesional, el aislamiento de la vida urbana, la fractura de las relaciones por motivos de traslados y la naturaleza generalmente impersonal de la vida moderna, hacen que sea más difícil el desarrollo de relaciones íntimas. Yo soy una de esas personas que he tenido que mudarme de lugar docenas de veces en mi vida. No tengo ni la más remota idea de lo que pasó con mis amigos infantiles o incluso de aquellos que tenía en la universidad. Mis amigos más antiguos están a miles de kilómetros de donde vivo. Yo resido donde las necesidades relativas a mi profesión me han llevado y por tanto, no tengo una sensación firme de comunidad.
Bueno, antes de que me ponga demasiado depresivo, mejor hablemos de ustedes. Sé que a muchos de ustedes no les ha pasado lo mismo. Si han crecido y afincado en una comunidad en particular, especialmente una rural, es muy probable que ustedes tengan relaciones mucho más profundas y duraderas; probablemente se casaron con el amor de toda su vida, y sienten un buen cariño por su comunidad. Pero este estilo de vida se está volviendo rápidamente un anacronismo.
La tendencia maladaptativa que Erikson llama promiscuidad, se refiere particularmente a volverse demasiado abierto, muy fácilmente, sin apenas esfuerzo y sin ninguna profundidad o respeto por tu intimidad. Esta tendencia se puede dar tanto con tu amante, como con tus amigos, compañeros y vecinos.
La exclusión es la tendencia maligna de aislamiento máximo. La persona se aísla de sus seres queridos o parejas, amigos y vecinos, desarrollando como compensación un sentimiento constante de cierta rabia o irritabilidad que le sirve de compañía.
Si atravesamos con éxito esta etapa, llevaremos con nosotros esa virtud o fuerza psicosocial que Erikson llama amor. Dentro de este contexto teórico, el amor se refiere a esa habilidad para alejar las diferencias y los antagonismos a través de una “mutualidad de devoción”. Incluye no solamente el amor que compartimos en un buen matrimonio, sino también el amor entre amigos y el amor de mi vecino, compañero de trabajo y compatriota.
Estadio VII
Este estadio corresponde al de la adultez media. Es muy difícil establecer el rango de edades, pero incluiría aquel periodo dedicado a la crianza de los niños. Para la mayoría de las personas de nuestra sociedad, estaríamos hablando de un período comprendido entre los 20 y pico y los 50 y tantos. La tarea fundamental aquí es lograr un equilibrio apropiado entre la productividad (también conocido en el ámbito de la psicología como generabilidad. N.T.)  y el estancamiento.
La productividad es una extensión del amor hacia el futuro. Tiene que ver con una preocupación sobre la siguiente generación y todas las demás futuras. Por tanto, es bastante menos “egoísta” que la intimidad de los estadios previos: la intimidad o el amor entre amantes o amigos, es un amor entre iguales y necesariamente es recíproco. ¡Ah, claro, nosotros amamos al otro sin egoísmo!. Pero la verdad es que si no recibimos el amor de vuelta, no lo consideramos un amor verdadero. Con la productividad, no estamos esperando, al menos parece que no implícitamente, una reciprocidad en el acto. Pocos padres esperan una “vuelta de su investimiento” de sus hijos, y si lo hacen, no creemos que sean buenos padres.
Aunque la mayoría de las personas ponen en práctica la productividad teniendo y criando los hijos, existen otras maneras también. Erikson considera que la enseñanza, la escritura, la inventiva, las ciencias y las artes, el activismo social complementan la tarea de productividad. En definitiva, cualquier cosa que llene esa “vieja necesidad de ser necesitado”.
El estancamiento, por otro lado, es la “auto-absorción”; cuidar de nadie. La persona estancada deja de ser un miembro productivo de la sociedad. Es bastante difícil imaginarse que uno tenga algún tipo de estancamiento en nuestras vidas, tal y como ilustra la tendencia maladaptativa que Erikson llama sobrextensión. Algunas personas tratan de ser tan productivas que llega un momento en que no se pueden permitir nada de tiempo para sí mismos, para relajarse y descansar. Al final, estas personas tampoco logran contribuir algo a la sociedad. Estoy seguro de que todos ustedes conocerán a alguien inmerso en un sinnúmero de actividades o causas; o tratan da tomar todas las clases posibles o mantener tantos trabajos…Al final, no tienen ni siquiera tiempo para hacer ninguna de estas actividades.
Más obvia todavía resulta la tendencia maligna de rechazo, lo que supone muy poca productividad y bastante estancamiento, lo que produce una mínima participación o contribución a la sociedad. Y desde luego que aquello que llamamos “el sentido de la vida” es una cuestión de cómo y qué contribuimos o participamos en la sociedad.
Esta es la etapa de la “crisis de la mediana edad”. En ocasiones los hombres y mujeres se preguntan esa interrogante tan terrible y vasta de “¿Qué estoy haciendo aquí?”. Detengámonos un momento a analizar esta pregunta. En vez de preguntarse por quiénes están haciendo lo que hacen, se preguntan el qué hacen, dado que la atención recae sobre ellos mismos. Debido al pánico a envejecer y a no haber logrado las metas ideales que tuvieron cuando jóvenes, tratan de “recapturar” su juventud. El ejemplo más evidente se percibe en los hombres. Dejan a sus sufrientes esposas, abandonan sus tediosos trabajos, se compran ropa de última moda y empiezan a acudir bares de solteros. Evidentemente, raramente encuentran lo que andan buscando porque sencillamente están buscando algo equivocado. (Un buen ejemplo lo constituye el papel interpretado por Kevin Spacey en la famosa (por algo será tan aceptada por el público, sobre todo masculino) en la película “American Beauty”. N.T.).
Pero si atravesamos esta etapa con éxito. Desarrollaremos una capacidad importante para cuidar que nos servirá a lo largo del resto de nuestra vida.
Estadio VIII
Esta última etapa, la delicada adultez tardía o madurez, o la llamada de forma más directa y menos suave edad de la vejez, empieza alrededor de la jubilación, después que los hijos se han ido; digamos más o menos alrededor de los 60 años. Algunos colegas “viejetes” rabian con esto y dicen que esta etapa empieza solo cuando uno se siente viejo y esas cosas, pero esto es un efecto directo de una cultura que realza la juventud, lo cual aleja incluso a los mayores de que reconozcan su edad. Erikson establece que es bueno llegar a esta etapa y si no lo logramos es que existieron algunos problemas anteriores que retrasaron nuestro desarrollo.
La tarea primordial aquí es lograr una integridad yoica (conservamos aquí la terminología acorde con los vocablos técnicos dentro del marco de la psicología. También puede entenderse el término como “integridad”. N.T.) con un mínimo de desesperanza. Esta etapa parece ser la más difícil de todas, al menos desde un punto de vista juvenil. Primero ocurre un distanciamiento social, desde un sentimiento de inutilidad; todo esto evidentemente en el marco de nuestra sociedad. Algunos se jubilan de trabajos que han tenido durante muchos años; otros perciben que su tarea como padres ya ha finalizado y la mayoría creen que sus aportes ya no son necesarios.
Además existe un sentido de inutilidad biológica, debido a que el cuerpo ya no responde como antes. Las mujeres pasan por la menopausia, algunas de forma dramática. Los hombres creen que ya “no dan la talla”. Surgen enfermedades de la vejez como artritis, diabetes, problemas cardíacos, problemas relacionados con el pecho y ovarios y cánceres de próstata. Empiezan los miedos a cuestiones que uno no había temido nunca, como por ejemplo a un proceso gripal o simplemente a caerse.
Junto a las enfermedades, aparecen las preocupaciones relativas a la muerte. Los amigos mueren; los familiares también. La esposa muere. Es inevitable que también a uno le toque su turno. Al enfrentarnos a toda esta situación, parece que todos debemos sentirnos desesperanzados.
Como respuesta a esta desesperanza, algunos mayores se empiezan a preocupar con el pasado. Después de todo, allí las cosas eran mejores. Algunos se preocupan por sus fallos; esas malas decisiones que se tomaron y se quejan de que no tienen ni el tiempo ni la energía para revertirlas (muy diferente a estadios anteriores). Vemos entonces que algunos ancianos se deprimen, se vuelven resentidos, paranoides, hipocondríacos o desarrollan patrones comportamentales de senilidad con o sin explicación biológica.
La integridad yoica significa llegar a los términos de tu vida, y por tanto, llegar a los términos del final de tu vida. Si somos capaces de mirar atrás y aceptar el curso de los eventos pasados, las decisiones tomadas; tu vida tal y como la viviste, como necesariamente así, entonces no necesitarás temerle a la muerte. Aunque la mayoría de ustedes no se encuentran en este punto de la vida, quizás podríamos identificarnos un poco si empezamos a cuestionarnos nuestra vida hasta el momento. Todos hemos cometido errores, alguno de ellos bastante graves; si bien no seríamos lo que somos si no los hubiéramos cometidos. Si hemos sido muy afortunados, o si hemos jugado a la vida de forma segura y con pocos errores, nuestra vida no habría sido tan rica como lo es.
La tendencia maladaptativa del estadio 8 es llamada presunción. Esto ocurre cuando la persona “presume” de una integridad yoica sin afrontar de hecho las dificultades de la senectud.
La tendencia maligna es la llamada desdén. Erikson la define como un desacato a la vida, tanto propia como la de los demás.
La persona que afronta la muerte sin miedo tiene la virtud que Erikson llama sabiduría. Considera que este es un regalo para los hijos, dado que “los niños sanos no temerán a la vida si sus mayores tienen la suficiente integridad para no temer a la muerte”. El autor sugiere que una persona debe sentirse verdaderamente agraciada de ser sabia, entendiendo lo de “agraciada” en su sentido más amplio: me he encontrado con personas muy poco agraciadas que me han enseñado grandes cosas, no por sus palabras sabias, sino por su simple y gentil acercamiento a la vida y a la muerte; por su “generosidad de espíritu”.

Transición de la edad adutla.

EL ADULTO

En la mayoría de las culturas se considera como adulto a toda aquella persona que tiene más de 18 años. Aunque después de los 60 años de edad se les llame Adultos Mayores, Senectos, Ancianos o Miembros de la Tercera Edad, y siguen siendo adultos, existen diferencias entre quienes son mayores de 18 y menores – promedios ambos – de 60. Como se sabe, la adultez no inicia ni termina exactamente en éstos límites cronológicos. Aportaciones de algunos estudiosos en el campo del Desarrollo Humano coinciden en afirmar que la edad adulta tiene sub etapas, como: 

  • Edad Adulta Temprana (entre los 20 y 40 años)
  • Edad Adulta Intermedia (de los 40 a los 65 años) y
  • Edad Adulta Tardía (después de los 65 años de edad)

En el presente no ha existido acuerdo entre todos los estudiosos del tema para definir al adulto y asignarles las edades correspondientes a sus diferentes etapas vitales.

Es, precisamente, que la edad adulta incluye otras características que le diferencian de las etapas anteriores y posteriores.

Bajo el tema que nos compete – Educación Continua – respetaremos que las características especiales del aprendizaje en el adulto dependen en gran medida de la psicología propia de esta edad evolutiva. 
El tema es demasiado amplio para atenerle aquí completamente pero se destacan las principales características a tomar en cuenta dentro del proceso educativo y especialmente en la Educación Continua y Permanente.

El adulto...
  • Pretende y desarrolla una vida autónoma en lo económico y en lo social.
  • Cuando tiene buena salud, está dispuesto a correr riesgos temporales de entrega corporal en situaciones de exigencia emocional
  • Puede y desea compartir una confianza mutua con quienes quieren regular los ciclos de trabajo, recreación y procreación, a fin de asegurar también a la descendencia todas las etapas de un desarrollo satisfactorio.
  • Posee un concepto de sí mismo como capaz de tomar decisiones y autodirigirse.
  • Juega un papel social, que conlleva responsabilidades desde el punto de vista económico y cívico.
  • Forma parte de la población económicamente activa y cumple una función productiva.
  • Actúa independientemente en sus múltiples manifestaciones de la vida.
  • Su inteligencia sustituye a la instintividad.
  • Además de su preocupación por el Saber, requiere del Saber hacer y el Saber ser.
  • Tiene la capacidad para entregarse a afiliaciones y asociaciones concretas así como para desarrollar la fuerza ética necesaria para cumplir con tales compromisos.
  • Sus experiencias sexuales y sociales, así como sus responsabilidades, lo separan sustancialmente del mundo del niño.
  • En los últimos años de ésta etapa, se considera como alguien que enseña, educa o instituye, así como buen aprendiz. Necesita sentirse útil y la madurez requiere la guía y el aliento de aquello que ha producido y que debe cuidar

A su vez, en su papel de educando
  • Se acerca al acto educativo con disposición para aprender, responsable y consciente de la elección del tema a atender
  • Puede pensar en términos abstractos, es capaz de emplear la lógica y los razonamientos deductivos, hipótesis y proposiciones para enfrentar situaciones problemáticas.
  • Se torna de un ser dependiente a uno que autodirige su aprendizaje.
  • Aprovecha su bagaje de experiencias como fuente de aprendizaje, tanto para sí mismo como para los que le rodean.
  • Suele mostrarse como analítico y controvertible de la sociedad, la ciencia y la tecnología.
  • Regularmente rechaza las actitudes paternalistas de los educadores.
  • Mantiene una actitud de participación dinámica pero asume posiciones desaprobatorias cuando se siente tratado como infante.
  • Rechaza la rigidez e inflexibilidad pedagógica con que es tratado por los profesores que frenen indirectamente el proceso de autorrealización, aspiración natural y propia de la juventud y de los adultos en general.
  • Es buscador de una calidad de vida humana con fuertes exigencias de que se le respete su posibilidad de crecer como persona y se le acepte como crítico, racional y creativo.
  • Parte de su propia motivación para aprender y se orienta hacia el desarrollo de tareas específicas.
  • Busca la aplicación y práctica inmediata de aquello que aprende.
  • Se centra en la resolución de problemas más que en la ampliación de conocimientos teóricos.
En varios de los temas tratados se ha hecho referencia a la maduración del organismo y a sus efectos.  También se ha dicho que el individuo tienen diferentes estados a lo largo de su vida y que no en todos los momentos tiene la capacidad mental o emocional de afrontar una determinada situación.  También se hace evidente que existe una época para cada una de las grandes etapas del individuo, marcadas por su fisiología y por sus capacidades mentales y físicas.  Una de las ramas de la psicología es la psicología evolutiva, que pretende entender los cambios que se dan en el sujeto a lo largo de su vida y del paso por los diferentes estadios. 
Demos una breve mirada a los hitos más sobresalientes de la evolución del individuo.
La psicología evolutiva se interesa por los cambios que sufren las personas a lo largo de su vida, de forma genérica, es decir, no los cambios particulares sino los que se deben a las características de la especie.   Se observa cómo cambian continuamente las acciones del individuo y cómo reacciona en un ambiente que está en permanente evolución también.
La psicología evolutiva estudia el desarrollo físico, que incluye cambios corporales como la estatura, el peso, el desarrollo del cerebro y de otros órganos del cuerpo, la adquisición y el perfeccionamiento de habilidades motoras.    También se estudia el desarrollo cognitivo que se basa en cambios en los procesos de pensamientos, las habilidades lingüísticas, las funciones cerebrales, etc.  También estudia cambios en el desarrollo psicosocial del individuo, que incluye aspectos emocionales y sociales de la personalidad, la forma y la intensidad de las relaciones,  los ámbitos en que se desenvuelve, etc. 
En todos estos ámbitos se dan cambios en cantidad y en calidad de las capacidades y las funciones del individuo.  Los cambios cuantitativos son en general más fáciles de observar y de medir, mientras que los cualitativos son mucho mas complejos.  Tanto los unos como los otros son de interés  para la psicología evolutiva en la medida en que determinar la coherencia entre la edad y las capacidades de la persona puede facilitar los seguimientos y los apoyos que pueda requerir en un momento dado. 
El ámbito de interés de la psicología evolutiva es, entonces, toda la evolución del individuo, desde antes del nacimiento cuando está en desarrollo en el seno materno hasta la muerte, habiendo pasado potencialmente por infancia, niñez, adolescencia, edad adulta y vejez.  Estudia cómo las características físicas, cognitivas y psicológicas del individuo cambian a lo largo de la vida.  Para la psicología evolutiva el desarrollo  es un proceso continuo de crecimiento y cambio, incluso en avanzada edad. 
Por lo general lo que ocurre antes del parto es importante para lo que ha de ocurrir después, porque muchas de las potencialidades se construyen cuando el cuerpo está en formación en el interior de la madre, y luego por maduración se puede dar el desarrollo o uso de la función. 
Con el nacimiento se da un corte abrupto en la forma de vida del ser.  Se pasa desde un medio cómodo y seguro a un medio hostil en el cual se tienen que hacer por sí mismo todas las funciones de superviviencia que antes eran hechas por la madre:  comer, respirar, defecar, etc. 
La infancia no siempre ha sido considerada como revestida de características especiales y diferentes a las de los adolescentes y los adultos.  Durante muchos años, los niños fueron considerados como adultos en miniatura.  Ahora, por fortuna, esta visión está cambiando. 
La psicología evolutiva se sirve de variadas técnicas para estudiar y registrar el desarrollo.  De estas sobresalen la transversal , en la que se comparan a individuos de distintas edades en un momento dado para determinar las diferencias  de comportamiento y habilidades según la edad.  La técnica complementaria es la longitudinal, que investiga el desarrollo de uno o varios individuos a lo largo diversos períodos de la vida, para registrar los cambios con la edad. 
En los primeros años de vida, la maduración, a la que nos hemos referido en múltiples ocasiones, tiene una influencia bastante predominante.  Esto es de importancia para saber qué se puede esperar de un niño de determinada edad, porque las capacidades y las habilidades tienen como prerrequisito que el cuerpo pueda llevar a cabo la función. 
Las emociones y las expresiones emocionales están presentes en los niños pequeños y durante toda la vida del sujeto juegan un papel muy importante y no siempre considerado en adecuada proporción.  Sin embargo es obvio que existen diferencias individuales de temperamento que están presentes desde el nacimiento y que acompañan al individuo a lo largo de toda su vida (con cambios determinados por circunstancias individuales).  Este es un factor importante de considerar al relacionarse con los demás, ya que el temperamento de una persona influye la forma como los demás reaccionan frente a ella. 

Características de la personalidad inmadura.

1.- 
Desfase entre la edad cronológica y la edad mental.
Esta es una de las manifestaciones que más llama la atención, en una primera aproximación. El paso de los años debe, precisamente, irnos posesionando en la realidad temporal.

2.- 
Desconocimiento de uno mismo:
Este fallo psicológico implica no saber cuáles son nuestras aptitudes y limitaciones, lo que nos lleva a embarcarnos en empresas imposibles, y a no arriesgarnos cuando las circunstancias muestren cierta posibilidad.

3.- 
Inestabilidad emocional:
Se expresa mediante cambios en el estado de ánimo, pasando de la euforia a la melancolía de un día para otro e incluso en el mismo día. La persona inmadura es variable, irregular, sus sentimientos se mueven y bambolean de forma pendular, lo que hace que uno nunca pueda saber cómo va a reaccionar.

4.- 
Poca o nula responsabilidad:
El término responsabilidad procede del latín responderé, que significa “contestar, prometer, satisfacer”. Una persona es responsable cuando se esfuerza por cumplir las obligaciones contraídas.

5.- 
Mala o nula percepción de la realidad:
La captación incorrecta de uno mismo y del entorno nos lleva a desarrollar una conducta desadaptada, tanto intrapersonal (falta de armonía con uno mismo) como interpersonal (inadecuado contacto con los demás y errónea valoración de las distancias, lo que deriva en aspectos negativos como la dependencia excesiva o patológica, la decepción al confiar en personas con los que solo tenemos un trato escaso y superficial) en una palabra estar en la realidad quiere decir tener la capacidad para ver las cosas como realmente son, tanto en el terreno personal, como familiar, profesional, social o cultural.

6.- 
Ausencia de un proyecto de vida:
La vida no se improvisa, necesita cierta organización y debe estar basada en tres argumentos: amor, trabajo y cultura. La persona inmadura no ha calado en profundidad en ninguno de ellos: su vida sentimental no está bien estructurada y en consecuencia, flota sin asidero, profesionalmente no se ha puesto retos ni metas realistas y exigentes, en cuanto a la cultura ésta se alimenta a base de TV, música y lugares comunes, a su vida, le falta contenido y si se le ocurre consumir drogas, ¡adiós vida!

7.- 
Falta de madurez afectiva:
La madurez afectiva implica fundamentalmente tres cosas:
• Saber que todo compromiso afectivo tiene un Haber y un Debe, es decir, cosas positivas y negativas.
• Lograr un mejor autocontrol: a diferencia del animal, que se ve arrastrado, el hombre prefiere, elige, sabe decir SI y NO.
• Alcanzar un buen nivel de autoestima: Una de las características más claras de la inmadurez es la inseguridad, que consiste tanto en una valoración negativa e inadecuada de uno mismo como en la falta de confianza. En consecuencia, el inmaduro no cree en si mismo, unas veces de forma justificada y otras a causa de su deformada percepción de las cosas, no se ve capaz de dirigir sus propios sentimientos de forma correcta, motivarse o conseguir amistades estables, aceptando en cada una de ellas sus rasgos positivos y negativos..

8.- 
Falta de madurez de la inteligncia:
La inteligencia es junto con la afectividad, las herramientas psicológicas más importantes de nuestro patrimonio psicológico. Hay una inteligencia natural y una inteligencia cultivada que se alcanza mediante esfuerzos repetidos. Una y otra deben armonizarse bien y gestionar una conducta inteligente: aquella que sabe centrar un tema, razonar y emitir juicios adecuados, dar solución a los problemas que se presentan, encaminarse hacia una realización personal digna y coherente. Hay que desarrollar una inteligencia para la vida...

9.- 
Escasa o nula educación de la voluntad:
La voluntad es capacidad para llevar algo a cabo, sabiendo aplazar la recompensa. Su carencia tiene efectos devastadores, pues convierte a la persona en alguien débil, blando, voluble, caprichoso, incapaz de ponerse objetivos correctos y cumplirlos. Es la imagen del niño mimado que tanta pena produce la necesidad de una pronta recompensa le impide renunciar a las demandas del entorno... una persona inmadura, abandona las cosas cuando estas se vuelven mínimamente difíciles. Tienen baja tolerancia a las frustraciones y tendencia a refugiarse en un mundo fantástico que lo aleja de la realidad (drogarse).

10.-
 Criterios morales y éticos inestables.
La moral es el arte de vivir con dignidad como seres humanos. La concepción de la persona inmadura en relación a lo que es bueno o malo está cogida con alfileres.

Conclusión:
Las últimas investigaciones científicas sobre la madurez son muy interesantes, destacando las siguientes características:
a) Capacidad para amar.
b) Capacidad para trabajar.
c) Adquisición de cultura.

Podemos decir que la madurez personal es una aspiración., una meta, un objetivo a medio – largo plazo. La madurez supone un cierto estado de plenitud que se va alcanzando mediante un proceso de crecimiento gradual y paulatino.
La madurez, por tanto es una síntesis positiva que aglutina sentimientos, razones, vida profesional, cultura y capacidad para mantener relaciones interpersonales sanas y coherentes.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Acontecimientos que marcan el inicio de la edad adutla



ADULTEZ:
Etimológicamente la palabra adulto proviene de la voz latina "adultus", que significa crecer.
DIMENSIÓN BIOLÓGICA:

Individuo que ha alcanzado su tamaño y fuerza plenas. Persona totalmente desarrollado.
DIMENSIÓN SOCIAL:
Individuo maduro, racional y responsable.


DIMENSIÓN EMOCIONAL:
Persona estable emocionalmente, con adecuado control de
impulsos y regulación de su estado anímico.
DIMENSIÓN LEGAL:
Persona de determinada edad cronológica, al que se le
garantizan ciertos privilegios y se le solicita el cumplimiento de obligaciones.

¿QUÉ ES UN SER HUMANO ADULTO

Puede entenderse por Adulto a aquel individuo con  capacidad de establecer vínculos de intimidad afectiva, de participar en el trabajo productivo y de asumir responsabilidades inherentes a su vida social, para actuar con independencia y tomar sus propias decisiones con entera libertad.

Es decir, el hombre se hace adulto
por un proceso de integración de sus
diferentes estados tanto biológicos,
psicológicos como sociales
ACONTECIMIENTOS QUE MARCAN EL INICIO DE LA EDAD ADULTA.
El final de la escolarización
El trabajo e independencia económica
Vivir independientemente de la familia
La paternidad 


DESARROLLO FÍSICO EN LA ADULTEZ TEMPRANA
La energía y la resistencia se hallan en su mejor momento
Los sentidos alcanzan su mayor desarrollo.
Tanto hombres como mujeres se encuentran en su punto máximo de fertilidad.
Disminuye el riesgo de enfermedad (menor frecuencia en relación a otras etapas) y las causas de hospitalización se asocian principalmente a partos y accidentes automovilísticos.


La salud puede verse influenciada por diversos factores
Sexo y estilo de vida
Estereotipos sexuales
Matrimonio


SEXUALIDAD EN LA ADULTEZ      TEMPRANA

En los últimos años, se observa en general una clara propensión a contraer matrimonio a una edad más tardía que en décadas anteriores, lo que sin la menor duda ha alterado las pautas de comportamiento sexual.

Los jóvenes consideran que la adquisición de experiencia sexual es un paso inicial que facilita acertada elección de pareja, en contra de la idea antes vigente de preservar la virginidad.

En la actualidad los adultos jóvenes se enfrentan con algunos conflictos sexuales suplementarios asociados a  la cada vez más consciente aprensión al contagio genéreo.


DESARROLLO COGNITIVO EN LA ADULTEZ TEMPRANA
Shaie plantea un modelo de desarrollo cognitivo donde identifica cinco etapas por las que pasa la gente para adquirir conocimiento, luego lo aplica a su vida: etapa de adquisición, etapa de logro, etapa de responsabilidad, etapa ejecutiva, etapa reintegrativa.
Según el modelo de Shaie el adulto joven se encuentra en las etapas de logro, de responsabilidad y ejecutiva. 




DESARROLLO MORAL ADULTO
La experiencia, a menudo, lleva a la gente a reevaluar su criterio sobre lo que es correcto y justo.
De cuerdo Kolhberg:
Las etapas quinta y sexta el desarrollo moral es una esencia una función de la experiencia. Los individuos sólo podrían alcanzar estos niveles (si es que los alcanzan) pasados los 20 años, ya que para que las personas reevalúen y cambien sus criterios para juzgar lo que es correcto y justo requieren de experiencias, sobre todo aquellas que tienen fuertes contenidos emocionales que llevan al individuo a volver a pensar.
Existen dos experiencias que facilitan el desarrollo moral: confrontar valores en conflicto y responder por el bienestar de otra persona .

DESARROLLO SOCIAL Y DE LA PERSONALIDAD EN LA ADULTEZ TEMPRANA
LAS TAREAS DE LA EDAD ADULTA:
Convertirse en adulto exige completar de manera exitosa  una serie de tareas:  
1.Lograr la autonomía
2.Moldear una Identidad 
3.Desarrollar estabilidad emocional
4.Establecer y consolidar una carrera
5.Encontrar la intimidad.




ESTABLECIMIENTO DE LA INTIMIDAD
La madurez en la adultez temprana es función de la habilidad del individuo para equilibrar las dos necesidades opuestas de independencia e intimidad



ERIKSON:
Los jóvenes adultos deben lograr la intimidad y establecer compromisos con los demás, si no lo logran permanecerán aislados y solos.

ESTABLECIMIENTO DE LA INTIMIDAD
La madurez en la adultez temprana es función de la habilidad del individuo para equilibrar las dos necesidades opuestas de independencia e intimidad.
ROGERS:
Analizó los elementos comunes a las relaciones íntimas en todas las edades y  encontró que tales relaciones tenían cuatro factores en común:
Compromiso Mutuo
Comunicación
Expectativas reales
Individualización


GÉNERO Y CONSIDERACIONES CULTURALES
Mientras que el amor para hombres y mujeres incluye cada una de las tres dimensiones de Sternberg,  la importancia relativa de estas dimensiones puede que varíe según el género y el origen étnico
En relación al Género:
Las mujeres enfatizan los aspectos emocionales y de cuidado real, se centran en los aspectos lógicos y prácticos del amor, en los que la elección de pareja se planifica cuidadosamente según criterios racionales tales como: clase social o entorno social similar.
Los hombres universitarios, se centraban a menudo en el amor al estilo erótico, parecido a la dimensión pasión de Sternberg.