martes, 5 de octubre de 2010

La sexualidad en la adultez temprana

Sexualidad en la vida adulta temprana

El género en la adultez temprana
La identidad de género, en la que se define una idea clara de quién se es como mujer u hombre, qué roles de desean adoptar o construir, la forma de vestir y actuar de acuerdo al propio estilo de expresar la masculinidad y feminidad, la autoimagen y el grado en que ésta concuerda con la percepción interna de ser mujer u hombre, está claramente definida en la adultez. La autoimagen se ve favorecida con los cuerpos que suelen ser más fuertes, bien conformados y saludables y su consolidación depende más del propio ideal de cada hombre o mujer que del exterior. Se cuenta con mayor independencia y libertad de realizar acciones que comprometan los ideales propios.

La elección vocacional es una de las decisiones más importantes para los próximos años. En la actualidad cada vez más mujeres se involucran en el estudio y en actividades laborales, pero este ha sido un camino difícil de lograr. Es conocida la diferencia injustificada de oportunidades de trabajo y de remuneración económica entre hombres y mujeres. Aunado a esto, si la mujer desea desempeñarse en el ámbito laboral, tendrá que vivir un doble rol de madre y trabajadora. En este sentido es tarea de los y las profesionales de la salud nuevamente el promover tratos justos y responsables dentro de la familia, las instituciones y la sociedad en general.

Todavía existen grupos en donde la presión social relacionada con la maternidad limita a la mujer en sus posibilidades de independencia, especialmente para aquellas que no comparten ese ideal. Por su parte, las opciones para los hombres se dirigen a la posibilidad de ser económicamente productivos, agresivos, determinados y responsables, el hombre se enfrenta a un mundo de exigencias. De modo que si la situación económica lo permite, la mejor opción para el hombre adulto será definitivamente el estudio y de no ser así, el trabajo remunerado. Por otro lado, los hombres suelen involucrarse más en actividades físicamente agresivas y esto se relaciona por ejemplo con una mayor morbilidad por accidentes que para el caso de las mujeres.
Incluso a sabiendas de que en la actualidad las oportunidades de trabajo son cada vez más limitadas y que durante los primeros años de la edad adulta esto podrá generar conflictos y desesperación, en general es una etapa de logros y oportunidades.
      
El erotismo en la adultez temprana
La mayoría de los y las personas adultas han tenido experiencias eróticas ya sea en soledad o en compañía. En su expresión saludable, las personas experimentan un crecimiento en su desarrollo erótico, con mayor capacidad de intimar, viven sin culpas o prejuicios la respuesta sexual humana, conocen su cuerpo y cómo siente, pueden hablar sobre las relaciones sexuales sin conflictos, hacer acuerdos y explicitar sus deseos. Comprenden la diferencia entre fantasía y realidad, son responsables del cuidado de su cuerpo y apoyan el cuidado de su pareja,, pueden tener conductas autoeróticas y relaciones sexuales, utilizan una variedad de posiciones sexuales que identifican como preferidas, pueden pedir caricias específicas y negarse a las no deseadas y convierten al encuentro erótico en un momento de crecimiento personal.
No todos los adultos tempranos viven la sexualidad en esta forma ideal. En esta etapa de la vida erótica pueden presentarse las disfunciones sexuales o disfunciones de la vida erótica, es decir, problemas relacionados con el deseo sexual, con la capacidad para excitarse y tener orgasmos, dolor en las relaciones sexuales, imposibilidad de relajar la vagina para permitir una penetración o angustia extrema que dificulta el intento de la relación sexual. Si bien no siempre sucede así, la mayoría de estos problemas en los primeros años de la adultez tienen que ver más con factores psicológicos y de aprendizaje que con deficiencias fisiológicas o alteraciones anatómicas. La angustia y la depresión son trastornos frecuentes asociados a las disfunciones sexuales. En las mujeres, los síndromes más frecuentes son la dificultad para tener orgasmos y la disminución del deseo sexual. En los hombres, la dificultad para controlar la eyaculación y para lograr la erección. Además, la edad más frecuente de consulta para los problemas sexuales se sitúa entre los 26 y los 40 años (Ortiz, Velasco, Rubio, 1999). Mientras más avanza la edad, la posibilidad de encontrar factores orgánicos en las disfunciones sexuales aumenta considerablemente.
En este sentido, el profesional de la salud debería ser fuente de eliminación de errores de información y un consultor “permisivo” que ayuda a los adultos a comprender que las necesidades eróticas son naturales, que hombres y mujeres tenemos derecho a conocer y disfrutar de nuestro cuerpo, podemos hablar de ello con nuestra pareja y cuando se presentan conflictos éstos tienen altas posibilidades de resolverse. Encuestas realizadas a nivel mundial reflejan cómo en las entrevistas clínicas el tema del erotismo suele evitarse, lo cual puede conducir a problemas sexuales crónicos que podrían haberse resuelto adecuadamente con la consecuente mejoría de la relación familiar y de pareja. Otra función importante de las y los profesionales de la salud es la promoción del conocimiento de las infecciones de transmisión sexual y sus síntomas, así como la promoción de la responsabilidad del cuidado tanto personal como de la pareja.    




Los vínculos en la adultez temprana
De acuerdo a Erikson la y el adulto joven están listos para fusionar su identidad con la identidad de otros. Se encuentran con disposición para establecer una relación cercana e íntima con otra persona, y están dispuestos a correr el riesgo de la entrega temporal en situaciones de intensa exigencia emocional, como el acto sexual. Comparten la confianza y pueden regular ciclos de trabajo, procreación y recreación, realizar acciones en común con el fin de proteger a su familia o intereses comunes.
De esta manera la presencia de la unión comprometida en pareja es un elemento común de las mujeres y los hombres adultos. Principalmente por medio del matrimonio en nuestra cultura, las personas unen sus vidas. La predicción en el éxito del matrimonio o unión de pareja tiene múltiples factores. Algunos teóricos de la terapia familiar sugieren que la capacidad para comunicarse en la pareja es un elemento crucial para el desarrollo de la relación.
Las parejas también pueden disolverse cuando no se presenta la evolución del enamoramiento hacia el amor. En la vida marital las personas empiezan realmente a darse cuenta de quién es su pareja, a verla de forma más real; en este proceso, el enamoramiento, que puede durar varios años, desaparece. Vendrá entonces una etapa de desilusión, seguida de conflicto y tensión. Si la pareja cuenta con suficientes recursos personales y afecto, llegarán a la etapa de negociación. Entonces aparece el amor adulto real, que se caracteriza porque la idealización inicial es substituida por un conocimiento real de la otra persona. Asimismo, el amor real requiere de una decisión consciente y racional. Sólo así puede esperarse que una relación de pareja constituya la base de un proyecto de vida a largo plazo.
Según diversos autores, el amor real implica el conocimiento, cuidado y respeto de la persona amada, y la disposición para el crecimiento y disfrute de la individualidad de cada uno. Aunque es muy difícil desarrollar este estilo de amor, es deseable que cuando tenemos una relación de pareja nos esforcemos en ampliar nuestras capacidades psicológicas para poder amar en forma adulta y real.
Los adultos se comprometen también en relaciones amistosas que demandan sacrificios y compromisos personales. La amistad sigue siendo importante a lo largo de la vida, ofrece la satisfacción de la necesidad de relacionarse con otras personas, más allá de la pareja y la familia. Las parejas saludables cuentan con amistosas relaciones externas que favorecen la diversidad de experiencias y percepciones, la vida social, la independencia de cada cual y permiten construir una familia abierta a la sociedad.   


La reproductividad en la adultez temprana
La temprana edad adulta representa el momento en el que la mayoría de las personas viven el nacimiento del primer hijo. El hecho de que la pareja pase de tener una relación íntima a incluir a otra persona, desvalida y dependiente de ellos, cambia sus vidas. Algunas parejas viven este evento como un ajuste deseable y se sienten mejor integradas y complementadas. En general, las parejas incrementan el nivel de satisfacción matrimonial o de pareja con el nacimiento del primer bebé. Para otras los hijos representan una crisis que trastorna la relación. La respuesta dependerá en mucho de los acuerdos explícitos que haya realizado la pareja al respecto, la edad, la situación económica, el grado de planeación de la reproductividad, entre otros.
Además de la alegría inmensa y el deleite que puede representar una hija o un hijo, su cuidado exige una cantidad de energía y tiempo, idealmente, de ambos miembros de la pareja. En nuestra cultura, usualmente las mujeres se ven presionadas a detener su crecimiento profesional o laboral, pues la mayor responsabilidad en la crianza de los hijos sigue siendo de las mujeres. Los padres y madres que se prepararon para la paternidad y maternidad viven los cambios de hábitos y ajustes de la pareja con mayor tolerancia y disfrute que aquellos que no se prepararon para ello. Tanto hombres como mujeres deben intervenir en la educación de sus hijos y en las aportaciones económicas al respecto. Es necesario continuar la sensibilización de ambas partes de la pareja en la educación familiar, pues los hijos necesitan de ambas figuras de afecto y autoridad.
Por otro lado, nuevos conflictos a resolver ocuparán el espacio de comunicación de la pareja, por ejemplo la educación de la progenie. Hasta este momento, si había discrepancias en la educación quizá cada miembro de la pareja podría tener un espacio individual para ejercer actividades a su manera. Ahora tendrán que hacer acuerdos para educar a sus hijos. Este es un tema que debería incluirse en el noviazgo o la etapa prematrimonial, pero que en la realidad aparece al momento de las discrepancias en donde las habilidades de negociación de la pareja son determinantes para obtener soluciones o generar conflictos.
Ambos miembros de la relación necesitan delimitar los espacios que dedicarán a la atención de los hijos y a la continuación del proceso de consolidación de la pareja, pues tienen el riesgo de volcarse hacia los hijos, y hacer de éstos el sentido único de su vida. La vida erótica e íntima puede declinar o hasta desaparecer, y los espacios en que no se habla de los hijos se vuelve inexistente. En este sentido es primordial recordar a las parejas o padres y madres sobre sus espacios íntimos, desde cerrar la puerta de su habitación, hasta la planeación de actividades que puedan disfrutar para sí mismos de modo que la relación continúe y esté fortalecida cuando los hijos crezcan y se vayan.
Hay personas que toman la decisión de no tener hijos. Inclinan su vida a actividades productivas y de distintos niveles de crecimiento y, a pesar de no tenerlos, pueden desarrollar sus capacidades creativas cuidando, educando, dirigiendo a otros y dando a los demás, al crear y realizar actividades de trascendencia personal, al ofrecer su ternura y cuidados y su energía a la construcción de otra variedad de proyectos de vida.
Por otro lado, existen personas que desean tener hijos pero se enfrentan a problemas relacionados con la infertilidad. Se considera que una pareja es infértil (Dávila, 2000) cuando ésta no ha logrado concebir, después de un año de relaciones sexuales frecuentes y sin utilizar ningún método de control natal. Cuando la pareja desea tener hijos y es infértil, se pueden presentar conflictos tanto a nivel de pareja como personal, afectar la relación y la autoestima. Es necesario reconsiderar las demás dimensiones de la pareja y enfocar la vida erótica no sólo a la expectativa del embarazo sino en toda su dimensión e intentar disminuir el efecto de la presión social al respecto. Las parejas infértiles requieren apoyo especializado, comprensión y orientación clara.
Finalmente, es indispensable respetar y comprender la vivencia de hombres y mujeres homosexuales que han constituido una pareja estable, que desearían vivir la experiencia de la paternidad y no lo han logrado pues en nuestra sociedad es aún un proceso muy difícil de lograr. Ya que ellos también pueden ejercer su paternidad y maternidad con otros medios de trascendencia y tienen derecho a una paternidad y maternidad responsables como cualquier otro individuo.
Nuevamente, cada persona es diferente. Y la vida adulta podrá significar desde la etapa de mayor triunfo y construcción hasta el seguimiento de conflictos sin resolver. Factores como el alcoholismo, la depresión y otras enfermedades mentales así como el resultado de los hábitos de vida se irán manifestando hacia el final de la adultez.



Enfermedades de transmisión sexual (ETS)
En Estados Unidos, las tasas más elevadas de enfermedades de transmisión sexual se dan entre los adultos emergentes de 18 a 25 años, en especial entre los que consumen alcohol y drogas ilícitas. Se estima que una de cada cuatro personas sexualmente activas, pero casi la mitad de los nuevos casos de enfermedad transmitida sexualmente, se encuentran en ese grupo de edad, y muchas de ellas no reciben diagnóstico ni tratamiento médico.
Desde 2002 ha aumentado en todas las regiones del mundo el número de personas que viven con VIH. Los mayores incrementos se han observado en Asia Central y Oriental y Europa Oriental. Con todo, África subsahariana es por mucho hoy en día la zona más afectada. Una proporción creciente de nuevas infecciones ocurre entre las mujeres, en especial en los lugares en que predomina la transmisión heterosexual, como entre los consumidores de drogas que comparten agujas hipodérmicas contaminadas, en hombres homosexuales o bisexuales que practican el sexo sin protección (y que luego transmiten la infección a sus parejas femeninas) o entre quienes sostienen un comercio sexual con prostitutas.
La tasa de mortalidad de las personas diagnosticadas con VIH ha disminuido de manera considerable gracias a la terapia con antirretrovirales muy activos y su ciclo de vida promedio ha aumentado más de 35 años. En Estados Unidos, el sida, que en 1995 había sido la causa principal de muerte de personas de 25 a 44 años, en 2003 había caído al noveno lugar. Sin embargo, se calcula que en 2002, 9.9% de las personas entre 15 y 44 años se involucraron en consumo de drogas o conductas sexuales que las pusieron en mayor riesgo de adquirir el VIH.
El uso de condones es el medio más eficaz de prevenir las enfermedades de transmisión sexual. Una intervención de tres sesiones entre los guardias de seguridad de la marina estadounidense dio por resultado una mayor percepción de apoyo social para el uso del condón y mayores intenciones de practicar el sexo seguro.

Trastornos menstruales
Síndrome premenstrual
Se refiere a un amplio rango de síntomas emocionales o físicos que típicamente se presentan más o menos de 5 a 11 días antes de que una mujer comience su ciclo menstrual mensual. Los síntomas generalmente desaparecen cuando la menstruación comienza o poco después.


Causas, incidencia y factores de riesgo
No se ha identificado la causa exacta del síndrome premenstrual. Los cambios en los niveles de hormonas del cerebro pueden jugar un papel, pero esto no se ha demostrado. Las mujeres con síndrome premenstrual también pueden responder de manera diferente a estas hormonas.
El síndrome premenstrual puede estar relacionado con factores sociales, culturales, biológicos y psicológicos.
Se estima que el síndrome premenstrual afecta hasta el 75% de las mujeres durante sus años fértiles.
Ocurre con mayor frecuencia en mujeres:
  • Que están cerca de los 30 años o que tienen un poco más de 40 años
  • Que tienen al menos un hijo
  • Con antecedentes familiares o personales de depresión gravedepresión grave
  • Con antecedentes de depresión puerperal o un trastorno anímico afectivo
Los síntomas típicamente empeoran en la mujer que está en o cerca de los 40 años ya que se aproxima al período de transición a la menopausia.
Hasta el 50 - 60% de las mujeres que sufren síndrome premenstrual grave tienen un trastorno psiquiátrico (trastorno disfórico premenstrualtrastorno disfórico premenstrual).
Síntomas
El síndrome premenstrual se refiere a a una serie de síntomas físicos, del comportamiento o emocionales que tienden a:
  • Empezar durante la segunda mitad del ciclo menstrual (14 días o más después del primer día de su último período menstrual)
  • Desaparece de 4 a 7 días después de que termina un período menstrual (durante la primera mitad del ciclo menstrual)
Es importante mantener un registro o anotación diaria para consignar el tipo de síntomas que usted tiene, su intensidad y duración. Usted debe mantener este "diario de síntomas" durante al menos tres meses. Esto le ayudará al médico a hacer un diagnóstico preciso del síndrome premenstrual y recomendar el tratamiento apropiado.
Los síntomas físicos más comunes abarcan:
Otros síntomas abarcan:
  • Confusión
  • Dificultad para concentrarse
  • FatigaFatiga
  • Sentimientos de tristeza y desesperanza (ver también trastorno disfórico premenstrualtrastorno disfórico premenstrual)
  • Sentimientos de tensión, ansiedad o nerviosismo
  • Tendencia al olvido
  • Comportamiento irritable, hostil o agresivo, con arranques de ira hacia sí mismo o hacia los demás
  • Pérdida del impulso sexual (puede incrementarse en algunas mujeres)
  • Altibajos en el estado de ánimo
  • Baja autoestima, sentimientos de culpa o aumento de los miedos
  • Problemas para dormir (dormir demasiado o muy poco)
  • Movimientos letárgicos, lentos y perezosos
Signos y exámenes
No hay hallazgos en el examen físico o pruebas de laboratorio específicas para el diagnóstico del síndrome premenstrual. Para descartar otras causas potenciales de los síntomas es importante tener:
  • Una historia clínica completa
  • Un examen físico (incluyendo examen pélvico)
  • Una evaluación psiquiátrica (en algunos casos)
Un calendario de síntomas puede ayudar a las mujeres a identificar los síntomas más problemáticos y a confirmar el diagnóstico del SPM.
Tratamiento
Un estilo de vida saludable es el primer paso para el manejo del síndrome premenstrual. Para muchas mujeres con síntomas leves, las estrategias con respecto al estilo de vida son suficientes para controlar los síntomas.
  • Beba muchos líquidos (agua o jugo, no gaseosas ni otras bebidas con cafeína) para ayudar a reducir la distensión, la retención de líquidos y otros síntomas.
  • Consuma comidas frecuentes y pequeñas. No deje pasar más de 3 horas entre los refrigerios y evite comer con exceso.
  • Su médico puede recomendarle que tome suplementos nutricionales. La vitamina B6vitamina B6, el calcio y el magnesio se usan normalmente. El triptófano, que se encuentra en los productos lácteos, también puede servir.
  • El médico puede recomendarle que consuma una dieta baja en sal y evitar los azúcares simples, la cafeína y el alcohol.
  • Haga ejercicio aeróbico regular a lo largo del mes para ayudar a reducir la severidad de los síntomas del SPM.
  • Ensaye cambiando sus hábitos de sueño nocturnos antes de tomar somníferos. (Ver también: dificultad para dormirdificultad para dormir).
Se pueden prescribir ácido acetilsalicílico (aspirin ), ibuprofeno u otros antinflamatorio no esteroides (AINES) si usted tiene dolor significativo, incluyendo dolor de cabezadolor de cabeza, dolor de espalda, cólicos menstrualescólicos menstruales y sensibilidad en las mamassensibilidad en las mamas.
Los anticonceptivos orales pueden disminuir o incrementar los síntomas del síndrome premenstrual.
En los casos severos, los antidepresivos pueden servir.
  • Las primeras opciones normalmente son los antidepresivos conocidos como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
  • La terapia conductual cognitiva puede ser una alternativa a los antidepresivos.
  • La fototerapia puede disminuir la necesidad de antidepresivos.
A los pacientes que tienen mucha ansiedad algunas veces se les administran ansiolíticos.
Los diuréticos pueden ayudar a las mujeres con retención severa de líquidos que causa distensión, sensibilidad en las mamas y aumento de peso.
La bromocriptina, el danazol y el tamoxifeno son fármacos que se emplean ocasionalmente para aliviar el dolor de mamas.

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